quedarse en cama y comerse una sopa
para sentirse mejor?
Eso
es lo que hacían nuestros abuelos, los abuelos de nuestros abuelos y decenas de
generaciones antes que ellos.
Aunque
la forma en que nos alimentamos ha variado enormemente y las teorías que
asocian la medicina y la nutrición han cambiado de forma radical, la cocina
para los convalecientes se ha mantenido constante durante siglos, según una
investigación llevada a cabo por Ken Albala, historiador de la Universidad del
Pacífico, en California, Estados Unidos.
Ya
en el siglo XII, los médicos recomendaban sopa de pollo -conocida como la
"penicilina judía"- para combatir la gripe. El instinto de los
médicos de antaño era correcto: es cierto que este alimento actúa como
antiinflamatorio en los pacientes con gripe.
El
mismo consejo era impartido en el siglo XVI, donde el sentido común recomendaba
darle a los enfermos "comida liviana, nutritiva, restauradora y de fácil
digestión".
Desde
el punto de vista de la nutrición, los beneficios son obvios: una buena sopa
nos permite digerir los nutrientes que necesitamos, sobre todo si estamos mal.
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Antiguamente se la conocía como la "penicilina judía"
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Maimónides (médico del siglo XII) la recomendaba para la gripe
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Estudio estadounidense menciona sus propiedades
antiinflamatorias
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La proteína del pollo y los antioxidantes de los vegetales
ayudan al cuerpo a fabricar anticuerpos para matar virus.
No
obstante, lo que señala el estudio de Albala, es que el atractivo de la sopa no
tiene necesariamente una base científica sino que se debe, en gran parte, a que
se parece a la comida de bebé.
Ambos
alimentos son nutritivos y fáciles de digerir y la forma en que se preparan
hace que estén "predigeridos", antes de servir.
"La
idea de qué deben comer los convalecientes es similar a la de qué se les da de
comer a los bebés: es un alimento nutritivo, pero su digestión no requiere gran
esfuerzo", dice Albala. "Lógicamente tiene sentido. Es,
definitivamente, una forma de hacernos sentir bien y de regresar a lo más
básico".
Los
vínculos psicológicos que establecemos con la comida se originan en la
infancia, dice la psicóloga, especialista en alimentación, Christy Fergusson.
"Es
una conexión que hacemos a nivel inconsciente a medida que crecemos, por eso
cuando queremos sentirnos bien buscamos lo que nos hubiese dado nuestra
madre".
"Con
el tiempo construimos asociaciones con las comidas y se va creando una
sensación de conexión con nuestro hogar. Definitivamente existe un vínculo
entre lo que entendemos como cálido y la comida que nos hace sentir bien",
explica Fergusson.
Para los problemas, sopa
Algo
que sorprendió a Albala durante su investigación es lo parecidas que son las
antiguas recetas de sopa a las que figuran en los libros de cocina
contemporáneos. Los ingredientes y las técnicas son iguales.
"Uno le da sopa a la gente cuando está
atravesando momentos difíciles, hay algo en ella que te hace ofrecerla en
momentos problemáticos"
Diana
Henry, chef y escritora
Diana
Henry, chef y escritora, también coincide en que la sopa es uno de los pocos
platos cuyas distintas recetas se han pasado de generación en generación, por
razones emocionales.
"Uno
le da sopa a la gente cuando está atravesando momentos difíciles, hay algo en
ella que te hace ofrecerla en situaciones problemáticas".
Diversas
recetas de sopa de pollo se incluyen en una serie de libros de cocina.
En
un libro portugués de 1758, por ejemplo, hay una receta "reparadora"
de sopa de pollo y perdiz. El pollo es también un ingrediente clave en los
caldos de "Cómo cocinar para lo enfermos y convalecientes", un libro
publicado en 1901.
Sopa completa
La
sopa cubre todos los aspectos: el psicológico, el fisiológico y el nutricional,
explica Azmina Govindji, dietista y portavoz de la Asociación Dietética
Británica.
"Cuando
sientes lástima por ti mismo, necesitas ser reconfortado psicológicamente. En
términos de nutrición, te mejoras si ingieres líquidos en forma de sopa. Y,
fisiológicamente, es un vehículo para adquirir los nutrientes esenciales de los
vegetales".
Y,
aunque las sopas caseras son consideradas las más nutritivas, hoy día es fácil
conseguirlas en supermercados y en cadenas de sándwiches y comidas rápidas.